martes, 5 de octubre de 2010

Atípica

Puede que algún día lo haga, pero hoy por hoy nunca se ha detenido a pensar en todas esas cosas pequeñas que le hacen sonreír.
Y así, él nunca sabrá que ella ama el sonido de una pluma estilográfica sobre el papel en blanco cuando plasma todo lo que siente; ni el sonido de un carboncillo sobre el lienzo cuando quiere relajarse; ni el contoneo rítmico sobre la silla cuando escucha jazz, imaginando que vive en los años 40, imaginando otra vida; ni tampoco acertará sobre su flor favorita, aunque ella haya cargado con ellas miles de veces, aunque las tenga disecadas o de plástico; ni siquiera se ha fijado en la sonrisa pura que aflora en su cara cuando hace regalos para la gente que le importa, ni el brillo en sus ojos cuando le dan un beso en la mejilla sin pedirlo, pero uno sincero, de los de verdad, como uno de esos abrazos que ya nadie da y que todos necesitamos. No. Él nunca entenderá que sus andares son apresurados porque teme ir sola por la calle demasiado tiempo, ni que sus enfados repentinos son por no poder ser perfecta ni cinco minutos seguidos. Jamás lo sabrá porque no la espía, porque no se fija en los detalles que ella va insinuando para que esa persona pueda captarlos tarde o temprano y sepa complacerla con ese beso en la mejilla. Tampoco entenderá su comportamiento tan testarudo, que no es más que un reto para ella, conseguir lo imposible...
Puede que nunca se atreva a preguntarlo, pero ella quiere responderle, ahora, ya, en este instante. Hablan idiomas distintos y hasta los ojos parecen mirar en direcciones contrarias, pero sus manos y sus pechos siempre se encuentran en algún momento.
Él nunca se lo imaginará, al igual que nadie lo ha hecho, ni lo ha intentado, y pasará desapercibido entre ellos el olor dulzón de los gofres mientras ella se deshace de pura gula.
Ella sabe que él no lo sabe. Sabe que nadie más lo sabe, pero sabe que alguien, algún día, antes de lo que imagina, aparecerá la persona que sepa detectar cada detalle en ella que le lleve a conocerla en profundidad. ¡Si es que logra interpretar cada movimiento!

jueves, 26 de agosto de 2010

Como siempre

Eres mi problema número 100.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Touché

A veces me dan ganas de romper el espejo que refleja mi alma al exterior mostrando al mundo mis vergüenzas.
O tener una máscara a medida para cada día de la semana. O para cada hora, quizá una para siempre y así no tendría que enseñar a nadie, entre cambio y cambio, lo que hay oculto.
Podría arder Troya ante mis ojos y así reflejar algo distinto a lo que se sucede noche tras noche, podría perder el brillo y no reflejar. Podría pasar desapercibida. Podría apuntarte entre los ojos practicando esgrima.
A veces quiero estar ausente y no dar explicaciones por cada movimiento que hago dentro de mi tablero de ajedrez. Torre, alfil, peón y caballo. Blanca y negra. Dentro de la misma caja. Los relojes no se hicieron para mí y las reglas del juego no paran de cambiar una y otra vez.
Me pregunto si al final hizo caso a los Stones y se marchó de aquella nube.

martes, 3 de agosto de 2010

Oxonian Dreams

Ya no se oirán las pisadas rápidas por la lluvia, recorriendo High Street hacia algún sitio a donde ir. No se oirán las risas de media tarde mientras añadíamos más azúcar en nuestras teteras de breakfast tea. Tampoco volveremos a recorrer los parques de la Universidad apurando los últimos minutos antes de entrar en esas aulas improvisadas en habitaciones de estudiantes donde se entremezclan culturas, hablas, lenguas, experiencias, ilusiones y sueños.
Puede que nada vuelva a ser como antes. No quiero que vuelva a ser como antes.


Quiero volver a esa ciudad conservada en almíbar, rodeada de gente y autobuses. Volver a ver esos ojos que miran a todas partes sin encontrar nada. A los saludos fríos y sonrisas tibias. A mi retiro personal cerca de ese sauce. Cerca de lo que fue mi desconexión de la vida desteñida que tengo en España.

Escapando de nuevo volveré allí, imaginando lo que puede esperarme a mi vuelta.




Trinity College

lunes, 2 de agosto de 2010

Claire Bayes

"Nuestra misión es no durar mucho, no persistir, no permanecer, porque si duramos un poco más de lo debido entonces se acaba la gracia y empiezan los sufrimientos y vienen tragedias. Tragedias imbéciles, tragedias evitables, tragedias buscadas."

Marías, Javier: Todas las almas (1989)